domingo, 31 de mayo de 2009

Te me apareces por las noches, sosegado, con una sonrisa pacífica, suave como tus roces. Me observas largo rato, y te echas a mi lado. La mañana siguiente crees que esto fue solo un sueño, mientras yo despierto convencida de tu visita con tu calor aún en mis sábanas.
Y es así, no sé si me comprendes, tu categoría de imposible se hace trizas en la noche y vuelves a mi pensamiento cual elástico, a más intento alejarme para evitar molestar, más fuerte golpeas mi espalda cuando de improviso, casi como un reflejo, vuelvo la cabeza hacia tu imagen.
Hoy sucedió otra vez, recuerdo cómo fue que ayer, con miedo a perder, vendí mi alma por un par de suspiros que duraran todo el tiempo que desees, y me hallo aquí, paseando frente a tu casa, esperando a que salgas y me digas que aún no se acaba el tiempo, para por fin irme caminando, nuevamente, con una sonrisa al borde de mis emociones.