viernes, 14 de octubre de 2011

Hoy no puedo más con mis ojos

5 comentarios:

Unknown dijo...

¿y ahora sí? Adivina quién quiere ser tu seguidor

Anónimo dijo...

Hoy encontré los ojos que había perdido,
Nunca escaparon, pero tampoco quería que los encontrara,
No sé si me miraban, ni sé si por descuido los tomé prestados

Hoy encontré los ojos que había perdido,
Nos separaba una taza de café vacío y otro a medio llenar,
Las manos amazaron trincheras temerosas con soldados desasosegados, sobre un llano descampado,
alertas a su próxima sonrrisa

Hoy supe que no los había perdido,
pero me perdí ciego de ingenuidad,
Vine a ver si vería el efecto del tiempo,
noble y macabro
Vine a buscar las respuestas que dejarían mis noches estrelladas,
ajenas y hurtadas
Vine a traer la arena que quedó en los zapatos de nuestros caminos añejos,
que por espasmos recorrimos

Hoy encontré los ojos que había perdido,
y por un momento los sentí otra vez,
casi propios.

Anónimo dijo...

Eres inmortal

El Viento

Sabina dijo...

Viento, viento
¿quién eres?

Anónimo dijo...

Me regalaron en una mañana de algarabía, la culminación de un lienzo que pinté en el tiempo, no conocía los planos ni perspectivas, los
colores ni las sombras

Me regalaron un día impresionista,
cuando sólo buscaba complacer a las bailarinas agitadas de un Degas obsesivo, que nunca pudo hacer que se quedaran en la misma pose

Me vine a olvidar ese día, sumergido en un campo de lilas de agua,
y sin querer, evité el olvido por un aliento y no importaron las comas mal usadas

Revelé la idea que los cuervos de Vincent entendieron,
preocupados e impotentes, sin poder ser oídos alzaron vuelo,
Fue genial y terrible
Como él, me perdí en el silencio y ese silencio fue curioso para otros,
añoré el límite de la curiosidad y seguí
como él,
e inesperado fue lo que llegué a encontrar…

Viví ese día el Baile de Moulin de la Galette,
sentado y vacilante, con los pensamientos imprecisos que los años jóvenes pueden confiar,
me pintaban los rayos que cruzaban a través de las hojas,
de árboles que tendremos que imaginar,
me sentí en movimiento, casi disfrutando la escena que tenía delante,
cuando una voz lancinante me llegó por la espalda evocando mi nombre,
miré hacia atrás sin esperar sorpresa y encaré un par de ojos de ébano,
y como un realista, avasallador y violento
Courbet me pintó como un hombre herido
me robó la poca razón y no pude responder derecho

Sabina
Lady Hamilton, tan natural como la recuerdo,
tienes en tu anaquel mi día impresionista
Tengo pintado en el tiempo,
tu recuerdo, que me gustaría volver a conocer

Sí te dijera quien soy, ¿alguna vez, dejarías que te esculpiera un tulipán y lo colocara en un vaso de cartón y plástico que habría visto las trazas de un modesto café?

O deberé seguir escribiendo…

Lo único que pude responder fue: “sí, soy yo”

Soy yo,
otra vez

El Viento